CADA OVEJA… CON SU PAREJA
Por Elba Gómez
El próximo día 14 de febrero se celebra en muchos países el Día de San Valentín, fecha que por tradición está dedicada a entronizar ese sentimiento sublime como es el amor entre las parejas.
Mucho y muy variado se ha escrito sobre los orígenes de tal celebración, año con año, repetitivamente, leemos y escuchamos hasta el cansancio la misma historia, luego también, vemos transformarse nuestro entorno sólo en colores y formas cardio/unicromáticas… o sea, sólo vemos corazoncitos rojos por todos lados.
¿Qué hace sentir esa necesidad de demostrar el amor a la persona amada en esta fecha? ¿acaso el resto del año esos corazoncitos duermen el sueño de la indiferencia? ¿ o es que el 14 de febrero surge la necesidad de complementarse con su media naranja? ¿llega ese día el momento de tomar conciencia que en la humanidad se es parte esencial para seguir preservando la especie?…y en medio de la apoteosis aparece Cupido, que, arco y flecha en mano, lanza certeros dardos a los enamorados para iniciar así, la danza de la vida.
El amor a la pareja, o amor erótico según Erich Fromm, ha sido motivo de interesantes investigaciones a lo largo de la historia de la humanidad, inspirador de grandes obras, también ha surgido en algunas culturas la insana costumbre de prostituir ese sentimiento, unas veces regulada su práctica, otras, prohibida por atentar supuestamente al orden establecido… ¿Qué hay detrás de esta búsqueda de amor entre la unión de semejantes y su universalidad?
Aristófanes (contemporáneo de Sócrates), tenía esta hipótesis: “Eros (dios del amor), es el dios más beneficioso, es el protector y médico de todo hombre, cura los males que impiden la felicidad, lo libera de sus ataduras y lo eleva en conciencia a los confines del Olimpo.
En un principio la naturaleza humana era distinta, que hubo un tiempo en que la Tierra estuvo habitada por personas esféricas, con dos caras, cuatro piernas, cuatro brazos y dos sexos. Tres géneros de hombres existían entonces: el masculino, descendiente del sol; el femenino, descendiente de la tierra y el andrógino, descendiente de la luna, que participaba en ambos.
Como los descendientes de la luna eran tan poderosos querían escalar al cielo para luchar contra los dioses, por ello, Zeus los dividió en dos mitades, convirtiéndolos en seres incompletos y condenándolos a anhelar siempre la unión con su mitad perdida. A partir de ahí, hacían esfuerzos por encontrar a su otra mitad, y cuando la encontraban no querían separarse la una de la otra.
Los hombres que provienen de andróginos aman a las mujeres, y las mujeres a los hombres. Las mujeres que provienen de las mujeres primitivas, aman a las mujeres. Y los hombres que provienen de los hombres primitivos aman a los hombres. El amor es el deseo de encontrar esa mitad que nos falta.
Cuando dos mitades de un hombre se buscan sin cesar y llegan a encontrarse, experimentan el amor más violento y sólo desean unirse íntima e indisolublemente para volver a su estado primitivo”.
Indiscutiblemente el discurso de este filósofo que fue pronunciado alrededor de 490 años antes de Cristo, es, por estos días, una posible respuesta a la inquietud de las medias mitades que en este Día de San Valentín se convertirán en un solo entero…