EL KARMA EN LA TRADICIÓN JUDAICO-CRISTIANA
POR JUAN RAMÓN ÁLVAREZ
Los Ángeles 23 de marzo de 2015. Hace unas semanas leí en Facebook que una persona mencionaba al karma y no recuerdo ni siquiera la razón. Luego un amigo de él, le contestó diciendo “nosotros los católicos no creemos en el karma.”
Lo anterior me llevó a recordar tanta vez que durante mi niñez mi madre me dijo “Dios castiga sin palo y sin cuarta.” Mi progenitora se refería a las repetidas ocasiones que obviamente ella observaba cuando con precisión, el karma aparecía para que su hijo recogiera lo que él, había sembrado. Claro, mi mamá trataba muy sabiamente de hacerme comprender que lo que uno hace, tiene repercusiones sea la conducta de uno buena o mala y que eso se regresa.
Luego ya estando este servidor en su adolescencia y empezando a desarrollar el hábito de leer la Biblia, se me quedó muy grabado un pasaje que dice “con la vara que midas, medido seréis.” (San Mateo 7,2).
Ayer leyendo la revista americana “Parábola,” edición para la Primavera del corriente año, disfruté mucho un artículo escrito por Richard Smoley y titulado “El Camino al Perdón.” (The Path to Forgiveness).
El autor explica el origen del concepto kármico y lo sitúa en el Oriente del mundo, la India y China. Pero luego continúa explicando que la misma noción no es para nada ajena a la tradición judaico-cristiana.
Para sustentar su tesis, el señor Smoley cita dos textos de la Biblia, el primero del profeta Oseas (8,7) diciendo “cuando siembras vientos, cosechas tempestades.” Luego cita la carta de San Pablo a los Gálatas (6,7) “lo que el hombre siembra, eso precisamente cosecha.”
El ensayista continúa explicando su postura con el Padre Nuestro, la Oración del Señor y precisamente con el “perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.”
Smoley hace énfasis en la versión esa que le precedió a la actual “perdónanos nuestras ofensas…” El escritor tiene una razón para acentuar esa exégesis, pues nos relata que los judíos antiguos ponían un cuidado especial en perdonarles las deudas financieras a los que les debían claro dinero, pues el hacerlo, era una forma de alcanzar espiritualidad y por ende, el perdón de Dios.
Por fin el autor nos aclara que nadie escapa de su karma excepto al perdonar total e incondicionalmente al prójimo. Y luego nos dice que la razón es precisamente porque al practicar el perdón, sembramos precisamente eso. Entonces cosecharemos nada más, pero nada menos.
Entonces la noción que mi madre tanto sembró en mi alma de niño, ha fructificado aunque tardó muchos años para que el hijo de ella entendiera. Quizá por ello ahora no tengo duda que el concepto del karma, cabe claramente en la tradición judaico-cristiana.
Amigo lector, si la opinión de este servidor no comulga con la de usted, yo quiero conocer la suya, gracias.