MARÍA MAGDALENA Y EL DÍA DE LA MUJER
POR JUAN RAMÓN ÁLVAREZ
Los Ángeles 8 de marzo de 2015. Hoy es el día internacional de la mujer. Por ello recuerdo a María Magdalena la amiga y confidente de Jesús el Nazareno.
Cuando el emperador romano, Constantino, convocó a los obispos cristianos para hacer el Concilio de Nicea en el año 325 de nuestra era, entre otras cosas se acordó (o quizá el emperador les impuso) que se respetarían solo cuatro Evangelios de los que entonces circulaban entre los simpatizantes de Jesús. Con esas cuatro crónicas se quedó la iglesia. Los otros sencillamente no contaron y por ende, se descartaron.
Ni el emperador romano ni los obispos cristianos que acudieron al llamado de Constantino, tenían conocimiento del Evangelio de María Magdalena. Tuvieron que pasar aproximadamente 1571 años para que se descubriera tan importante hallazgo. El escrito apareció en El Cairo en 1896 pero ya como libro salió apenas en 1955. Quizá por eso no lo tenemos como Evangelio Canónico.
En la crónica que la fémina judía nos regala, en la página diez del texto mencionado se puede leer lo siguiente “Pedro le dijo a María (Magdalena), hermana, sabemos que el Maestro te amó en una forma muy diferente a cualquier otra mujer. Dinos entonces las palabras que recuerdes y las cuales no hemos escuchado antes. Y María les dijo –tuve una visión del Maestro y le dije: Señor ahora te veo. Él me contestó bendita seas porque esa visión no te perturba. Ahí donde está el ‘Nous’ (intelecto), radica tu tesoro.”
Una sencilla y simple respuesta para Pedro el próximo primer Papa, sin embargo la profunda sabiduría expresada por esa mujer, está preñada de psicología moderna. Según el doctor Chopra “a lo que le pones tu atención, florece y a lo que le retiras tu concentración, se seca y desaparece.” (¿Debemos de poner nuestra atención en lo que representa el Nazareno?)
Sobre la “Magdala” se pueden escribir tomos pero para el día de hoy, el Día Internacional de la Mujer, basta lo que se dijo líneas arriba.
Ojalá que como San Pedro, nos fijemos en lo que tienen necesariamente que enseñarnos las mujeres y que quizá por eso dijo Goethe “el eterno femenino nos impulsa hacia arriba.”
Amigo lector, si la opinión de usted no comulga con la de su servidor, yo quiero conocer la suya, gracias. Felicidades a cada una de ustedes, mujeres del mundo.