INDEPENDENCIA… ORGULLO PATRIOTERO
Por Elba Gómez
En el mes de septiembre, en México se conmemora un aniversario más de su independencia, aquella gesta heroica en la que un puñado de criollos encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla iniciaron un movimiento libertador el 16 de septiembre de 1810 para emanciparse de la Corona Española.
Hasta la saciedad se ha escrito sobre el tema, los libros de historia oficial nos dan cuenta de lo que debemos creer como mexicanos, del orgullo que, obligadamente debemos sentir por ese pasaje histórico de la Independencia Mexicana… aunque la literatura no oficial nos dé elementos para estructurar otros pensamientos abiertamente contrarios a lo que conviene que creamos.
Y es que como patriotas, los habitantes de éste nuestro querido México en estas fechas nos pintamos solos, ese supuesto patriotismo va más allá, exageramos, hasta rebasar la sutil línea de lo ridículo, no nos conformamos con darle a la evocación del suceso un tinte de seriedad y respetuosa algarabía, no, sentimos la impetuosa necesidad de exacerbar ese sentimiento patriotero que sólo nos llega por estas fechas… dejaríamos de ser mexicanos por el amor de Dios.
Ya desde los albores del mes de septiembre se ven por todas partes los productos tricolores que se venden carísimos la primera quincena, y casi regalados la segunda… habrase visto cosa semejante, es cuando comprobamos que la llamada oferta y demanda también en esas fechas se comporta con espíritu patriotero mexicano.
Los ríos de alcohol que corren para celebrar la Independencia no pasan desapercibidos para nadie, los estragos posteriores al llamado “grito” después de la ingesta indiscriminada de bebidas espirituosas se hace sentir dondequiera, siempre esta festividad deja un incremento de accidentes automovilísticos, serios conflictos en los que tiene que intervenir la seguridad pública y que en ocasiones hay que remitir a los separos a los alcoholizados festejantes, serios pleitos dentro del seno familiar, luego también, hasta quedarse sin un centavo y sólo tener el recurso únicamente para una Coca Cola con dos huevos para curarse la cruda… pero lo bailado, y bien bailado, quién nos lo quita.
De la comida, pues ni hablar, eso sí que en esta fecha nos pulimos y sacamos a relucir nuestro acendrado conocimiento de las artes culinarias de la cocina mexicana (claro, escondido todo el año), elaboramos apetecibles viandas que adornan las mesas, siempre respetando el protocolo de la festividad de darle los tres colores representativos de nuestra sagrada idiosincrasia, el blanco, verde y rojo y eso sí, harto picante para probar que los mexicanos somos bien aguantadores, sin faltar el exceso de grasa en esos antojitos, porque nosotros, nosotros los mexicanos sabemos comer como dijo la difunta Lupe Delgado: “ en mi casa comemos mucho y con mucha manteca”…aunque al día siguiente el carbonato sea lo único que deseemos consentir en el estómago.
La vestimenta que usamos para identificarnos con nuestra sentida mexicanidad… pues qué le diré… da pena ajena cuando vemos que miles de mujeres se mal tercian un rebozo al que en una total falta de respeto por la prenda, la usan solamente como distintivo para sentirse parte del clan al que en ese momento desean unirse ese quince de septiembre… aunque el resto del año pensar en usar ese bendito rebozo signifique avergonzarse de su origen (el origen de las damas en cuestión pues), y lo etiqueten dentro de su guardarropa como un disfraz más.
Los caballeros mexicanos no se quedan atrás en esto de ridiculizarse con la vestimenta en esta remembranza, a ellos les da por disfrazarse de muuuy hombres, emulando a los héroes que nos dieron Patria se calzan tremendos sombreros tan grandes que van a la par del tamaño del patrioterismo que festejan, otros cuantos se lucen con enormes bigotes falsos y uno que otro, los que tienen, usan un gabán, sarape, poncho, ruana, capote o como quiera llamarle para complementar su disfraz…total que en esto, hombres y mujeres habitantes de este país, en esta fecha se disfrazan de mexicanos.
La contaminación auditiva también hace presencia, los fuegos pirotécnicos, matracas, cornetas, música a todo volumen (y que es permitido porque estamos enfiestados) y las infaltables descargas de pistolas que por costumbre “calan” la noche del quince, harán que los decibeles permitidos se eleven considerablemente…ni modo, habrá que aguantarse, no vayan a pensar que quien esto escribe está como dijo Filimona: “ya nada te acomoda”.
Mientras tanto, dispongámonos a celebrar como lo mandan nuestras costumbres la noche del Grito y la Independencia…digo… ¿de verdad nos independizamos?… ¿o solamente gritamos?