OPCIONES DE HÉCTOR HUGO
POR JUAN RAMÓN ÁLVAREZ
Los Ángeles 30 de octubre del 2015. Anoche platicábamos por teléfono un alto funcionario del ayuntamiento de Tepatitlán y un servidor. El tema era sobre la virulenta publicación que hizo un tal (perfil falso de Facebook) José Ortega. Este fulano (o fulana) además de cobarde por cubrirse con la sombra del anonimato, lo que escribe, lo hace con bilis en vez de tinta, pero incluso burdamente tergiversa lo que ya está publicado y lo cual, muestra sólo hechos.
Lo anterior me forzó a recordar una fábula americana que narra sobre una ingenua ranita que habitaba en un charco y un alacrán que necesitaba a como diera lugar trasladarse al otro lado del mismo cuerpo de agua. El arácnido le pidió al anfibio que por favor lo trasladara sobre su lomo al otro extremo de la charca.
La ranita le contestó que sí pero incluso le dijo “¿y si me picas?” a lo cual el escorpión le respondió “¿ah cómo crees? Me vas a hacer el favor y aunque mi naturaleza es picar, yo no lo haría pues me vas a sacar de este apuro.”
La rana accedió y el bicho se subió a su lomo. Faltaban como dos o tres metros para llegar al otro lado cuando el anfibio obedeciendo a su naturaleza dio un impulso para llegar a la orilla, salir del agua y una vez en tierra, dejar que el arácnido se bajara. Esa fue su intención pero ese brusco movimiento fue suficiente para que precisamente el alacrán ensartara su lanceta llena de mortal veneno en la piel del lomo de la ingenua y bienintencionada ranita.
Las toxinas empezaron a paralizar a la rana, repito que faltaban como dos o tres metros para llegar a la orilla. La ranita ya con el efecto de la ponzoña alcanzó a preguntar “¿y por qué me picaste? Tu veneno me va a matar pero tú te vas a ahogar porque no alcanzarás a llegar a la orilla.” El alacrán respondió “esa es mi naturaleza.”
La naturaleza del médico Bravo Hernández es sanar, no hacer daño. Sin embargo se rodeó de muchos en su ayuntamiento cuya naturaleza es precisamente causar destrucción. Entonces ¿qué le queda a Héctor Hugo por hacer antes de que lo emponzoñen y logren que su estrés le cause mucho mal a él y a su gobierno?
La respuesta es obvia, le queda identificar a los aunque estén (dizque) laborando para él pero que en realidad están bajo las órdenes de Norberto Venegas y de Enrique Alejandro González y claro de los que los mandan a ellos.
Es decir el presidente tiene que descubrir a los traidores, a los que ingenuamente se confió en ellos por tener cara de inocencia y darles primero su amonestación y eventualmente mostrarles la Calle Hidalgo.
No hacer nada Héctor Hugo, es esperar a que la inclinación de los alacranes sencillamente, acaben con la tendencia (y la ingenuidad bienintencionada) del sanador, porque su esencia es no herir aunque se trate de sus enemigos. El curador no causa daño sino todo lo contrario. Esa es la naturaleza del médico.
Presidente, no actuar, pretender que nada pasa, es darles la oportunidad a los arácnidos de que sus toxinas terminen con tu voluntad, con tu salud y con la esperanza que los tepatitlenses pusimos en ti y en Movimiento Ciudadano. En resumidas cuentas, actuar o no actuar, esas son las opciones de Héctor Hugo.
Amigo lector, si la opinión de este servidor no comulga con la suya, yo quiero conocer la de usted, gracias.