“No olvidemos que los pueblos que pierden su conciencia histórica, pierden su identidad como pueblo, conocer nuestras raíces es descubrir y revalorizar nuestra propia identidad”
Los principales grupos de chichimecas que merodeaban por la región eran los caxcanes, tecuexes y zacatecas, los mismos que en 1540-1542 formaron el núcleo que sostuvo la guerra del Mixtón. Los chichimecas formaron una alianza que reunía a los zacatecas, caxcanes y tecuexes y otros grupos menores, para combatir el avance español sobre su territorio.
La colonización pionera de los Altos fue una política de poblamiento que los españoles aplicaron en un área de características muy diferentes de las del centro de México. La región alteña no conoció el desarrollo de una alta cultura indígena, donde los españoles se encontraron con una población campesina altamente especializada y un sistema muy complejo de organización sociopolítica.
Los españoles vivían en sus estancias, ranchos y haciendas, y no podían establecerse en las cabeceras de los poblados habitados por indígenas –sino previo permiso de la Audiencia. Ello explica la ausencia del mestizaje, a la vez que el nacimiento del vaquero o ranchero criollo, fundamentalmente ganadero, prototipo del alteño ya a fines del siglo XVII.
La guerra del Mixtón rompió toda convivencia entre indígenas y españoles. Fue la causa, así, de la ausencia de mestizaje y constituyó el antecedente determinante y fundamental de antropología regional.
La primera característica que salta a la vista de quien por primera vez se acerca a los Pueblos Alteños o escucha hablar sobre ellos, es la ausencia de la población indígena en la zona. Tal idea no es de todo exacta. No es que en los Pueblos alteños no exista población indígena. La hay, sobre todo en los pueblos, mucho más que en las rancherías – distribución debida a las razones históricas como la propia guerra del Mixtón de 1540 a 1542, la epidemia de “cocoliste de 1556, que diezmó inmisericordiosamente a la población indígena, contribuyó notablemente a su reducción. Lo que no se advierte es el mestizaje, al menos en tan alta y notoria incidencia como la mayor parte del resto del país, en cuyas ciudades se ha producido una fusión de razas notables a simple vista. Por el contrario, la ausencia de mestizaje en las familias criollas de los pueblos alteños es tan bien inmediatamente perceptible.
Panorámica de Capilla de Guadalupe, fotografía tomada en 1993.
Recostado sobre una vasta colina, en el corazón de los Altos de Jalisco se encuentra CAPILLA DE GUADALUPE, pueblo de gente emprendedora y tenaz, que aprecia y valora su trabajo, que tiene amor ferviente por su tierra, que vive con solidez los valores familiares y las tradiciones religiosas como herencia sagrada, recibida de los antepasados y que se ufana por la belleza de sus mujeres. Es Cuna de Vocaciones Sacerdotales, tierra de grandes Charros que han puesto en alto el nombre de Capilla de Guadalupe por todo México y además sus fiestas en honor a la Virgen de Guadalupe han traspasado las fronteras por la religiosidad y originalidad de ellas y sus carros alegóricos que los capillenses realizan con gran creatividad para honrar a la Patrona del Lugar. Pertenece al municipio de Tepatitlán de Morelos, Jalisco.
Está situado a los 3 grados 17 minutos longitud Oeste del meridiano, y a los 20 grados 53 minutos latitud Norte. Se halla a 2,020 metros de altura sobre el nivel del mar y tiene una población de 20,000 habitantes. Los declives de la colina sobre la que está fundado van a terminar a la falda norte del Cerro Gordo y en los ranchos del Espino, la Tinaja, Presa de Gómez y los Cerros del Carnicero y el Güilote.
Su clima es más bien frío en invierno y templado en las demás estaciones del año. Los vientos soplan ordinariamente del Noroeste al Suroeste, y a veces en sentido contrario; pero aquellos son los que traen las nubes que se deshacen en lluvia. Es notable que en este lugar las corrientes de aire que producen frecuentes remolinos en tiempos de seca, y en el temporal de aguas las trombas o llamadas comúnmente culebras.
Cuando las lluvias empiezan a regar la tierra, es de ver cómo los campos se cubren de zacate, de yerbas nacidas y van matizándose sucesivamente de graciosas flores que lo salpican de muchos colores, de Santa María, que los viste de gala, para ornarse después primorosamente de girasoles, maravillas, y limpias tunas, que con las ostentosas corolas doradas de pelocotes, dan al campo un colorido muy original, encanto del campo capillense; realzado por las rubias espigas de los maizales, bañados por la brillante sonrisa de la aurora o los tintes melancólicos de los crepúsculos vespertinos.
Cuando llega el invierno y la naturaleza pierde sus ricos atavíos, ese campo esplendoroso se convierte en un desierto desolado, esperando para el año siguiente sea bueno de lluvias, para que de sus entrañas nazca lo que se ha sembrado.
A 5 kilómetros al sur de Capilla de Guadalupe, se levanta esta hermosa, imponente y grandiosa montaña, conocida desde siglos pasados con el nombre de “Cerro Gordo” a una altura de 2670 metros sobre el nivel del mar (la altura mayor del municipio de Tepatitlán), ya que el Cerro del Carnicero que se encuentra al oeste tiene una altura sobre el nivel del mar de 2260 metros y el cerro del Güilote a 2210 metros sobre el nivel del mar.
La cima de esta montaña es muy adecuada para un observatorio astronómico; domina una gran extensión, la atmósfera es muy limpia y el cielo es de color azul puro. En las noches serenas se contemplan a sabor los millares de brillantes estrellas que pueden distinguirse a la simple vista y que forman parte de la nebulosa a que pertenecemos. Especialmente en los meses de diciembre, enero y febrero, el alma se extasía en la contemplación del pedazo de cielo en que semejan un rico tul de plata cubriendo levemente la inmensidad.
Si en esos mismos meses observamos el firmamento antes que las estrellas palidezcan con las primeras luces de la aurora, vemos al norte las dos Osas desplegando su misterioso atractivo, y al Dragón que ondula entre las dos como impidiendo su contacto.
El arado, el rosario, los ojos de Santa Lucía entre otras.
El Presbítero Agustín Ramírez en su libro Apuntes Históricos sobre el Señor de la Misericordia y su Culto, describe así el Cerro Gordo en el año de 1937: “Como tiene una forma casi regular, con pequeñas diferencias, se ve casi igual por todos lados. Desde Guadalajara se divisa como un cono regular de ancha base; desde Tepatitlán se presenta como una gran cúpula cuya linternilla está formada por el picacho, el cuál casi desaparece desde lugares bajos.
Hasta hace como un siglo formaba toda una espesa selva virgen de gigantescos árboles, que se extendían en un gran perímetro, en dirección de los pueblos vecinos. Por desgracia, la hermosa selva ha desaparecido poco a poco, a la fuerza del hacha del labriego, que se complace al derribar los enormes vegetales no sólo para sacar de ellos leña que alimenta el fuego del hogar doméstico, más también vigas de techo, arados, timones, yugos, carretas, etc. Al presente, talado casi todo el monte, es triste el aspecto que presenta, solamente en la parte superior está poblada de árboles, restos de la antigua selva, que dan a conocer la prodigiosa exuberancia de aquel suelo privilegiado.
Veíanse allí seculares encinas cuyas ramas, horizontalmente extendidas, afectan la forma de un gran paraguas desplegado; altos y frondosos palos colorados, a cuya fresca sombra alivia el viajero la fatiga del camino; astas en forma de agujas u obeliscos, que se elevan verticales a prodigiosa altura; alisos, de figura cónica, de madera dura y apreciada, cuyas ramas permanecen siempre verdes; copudos madroños, de gran tronco, que dan materia para la fabricación de utensilios domésticos y recreativos, como bateas, cucharas, molinillos, trompos, churumbelas, pirinolas… finalmente, crece en aquellos bellísimos parajes otra incontable muchedumbre de diversos árboles, arbustos y hierbas de verdor casi perfecto.
Los flancos del Cerro Gordo están surcados por muchas barrancas, de las que hay sólo describiré algunas. La del Conejo, frente a Capilla de Guadalupe que es la más honda y grande de todas, de tal modo que desde este pueblo parece que divide al cerro en dos partes. La de la Cocina, muy grande y profunda, que baja en dirección del rancho denominado el Aguacate. La de las Varas y los Nogales, las cuales no son muy grandes ni profundas; a continuación se presenta la de la Boyera, que es grande y profunda, casi como la de la Cocina”, y termina así describiéndolo el Padre Ramírez, quién visitó el Cerro Gordo por primera vez el 28 de octubre de 1913, acompañado de su grande y fiel amigo el Padre don Basilio Gutiérrez, el Sr. Cura de Capilla de Guadalupe, don José María de la Mora y del guía don Pedro Orozco, quienes hicieron la excursión a caballo, tardando cerca de dos horas, desde la falda hasta lo más alto del monte, pero al llegar a la cumbre, por ser muy empinada, tuvieron que dejar los caballos y subir a pie llevando el agua y los víveres para la comida. Era cerca del medio día cuándo nuestros pies se posaron sobre la cima más elevada del picacho, como declina ya la estación del otoño y los vientos del norte anunciaban la proximidad del invierno, la atmósfera se presentaba limpia y diáfana y el horizonte enteramente despejada.
Por su forma cónica, casi regular, el Cerro Gordo es un otero grandioso, desde cuya altura se domina en derredor un vastísimo horizonte y se disfruta de la contemplación de un panorama hermosísimo. Como a una gran distancia a la redonda es la altura más elevada, desde su cumbre todos los demás montes como que desaparecen, de modo que la vista se presenta toda aquella vasta zona como una gran llanura.
(que es el más cercano), al norte; al oriente, el de San Ignacio Cerro Gordo, San José de Gracia al sur, y al noroeste, más lejanos, se divisa en toda su extensión, risueña y pintoresca, esta noble ciudad de Tepatitlán.
Al oriente, se percibe la extensa región del Bajío de Guanajuato sobre la cuál se levanta, sonriente y graciosa, la famosa montaña de Cristo Rey, o sea el Cerro del Cubilete. Al noroeste, se distingue la Mesa de Lagos de Moreno y más adelante la sierra de Comanja. Por el norte, se ve el cerro de la Peñuela, los cercanos a Aguascalientes y una parte de la Sierra Madre que en formas muy variadas y caprichosas, da principio en el cerro de los Negros, cercano a Yahualica, rodea a Nochistlán y continúa por Teocaltiche, Paso de Sotos y Calvillo.
Hacia el noroeste se presenta el cero de Tequila, semejante a una águila en pie, de más de tres mil metros de altura sobre el nivel del mar. Casi en la misma dirección con las montañas que la rodean por el poniente y norte, se contempla una gran parte de Guadalajara, cuyo gran recinto se asemeja durante la noche, a un resplandeciente lago, por la profusión de la luz eléctrica que la baña. A la izquierda de Guadalajara, se distingue el cerro de Santa Fe, al sur de Zapotlanejo y más adelante, comienza la cadena montañosa cercana a Atequiza, que termina en el Cerro Viejo, cuya altura, al parecer, es mayor que la del Cerro Gordo.
Hacia el sureste, se yergue, a lo lejos, grandioso, esbelto y majestuoso, el Nevado de Colima, descubriendo con su picacho de granito, en forma de cono regular, una gran parte de su cumbre. Finalmente cierran el horizonte, por el sur, las montañas de Michoacán, entre las que descuellan el cerro de Patamban y el elevado Pico de Tancítaro. En dirección a Ocotlán, se descubre una parte del azulado lago de Chapala.
Las tres horas que pasamos en la contemplación de aquellos cuadros encantadores, las reputamos como un segundo: paréceme que hasta entonces no había experimentado en mi vida momentos más alegres; por lo que, no sin dejar de sentir repugnancia, nos fue precisó obedecer al guía don Pedro Orozco, que indicó era ya hora oportuna de regresar a Capilla de Guadalupe”.
Termina así el Padre Agustín Ramírez: Si al pisar la cima de aquel monte elevado, no pude tocar el cielo con mi mano, como me imaginaba cuando era niño, sí pude tocarlo con la mente y el corazón. Efectivamente, desde una eminencia como ésa, se siente uno más lejos de la tierra y más cerca de Dios y por lo mismo, del cielo.
Nació el 13 de diciembre de 1758 en Mirandilla, hijo legítimo de don Francisco de Aceves y de doña Antonia Casillas. Bautizado el 31 de diciembre en Tepatitlán (Archivo parroquial, libro de bautismos número 7, página 229, número 323). Abuelos paternos: Don José Matías de Aceves y Ruiz de Velazco y Doña María Gutiérrez de Hermosillo y Camarena. Abuelos maternos: Don Jacinto Ventura Casillas y Cabrera y Doña Ana Casillas.
Don Antonio de Aceves por parte de una herencia y merced a su propio trabajo y esfuerzo logró formar un considerable capital con el que llevó a la prosperidad todos sus “Puestos”, que eran: el de las Encinillas (de 25 caballerías), el Cacalote (de 6 caballerías, el Ahuacate (de 15 caballerías), y la Presa de Gómez (de 3 caballerías), en la actualidad 2,097.20 hectáreas, donde desempeñaba el cargo de Comisario de Policía de sus ranchos.
Don Antonio de Aceves y Casillas, este notable personaje conocida por sus contemporáneos como “El Amo Aceves”, tuvo una participación determinante en la historia regional. Contribuyó con cuantiosos donativos al culto divino en la Parroquia de Tecpatitlán, poseyó uno de los más grandes capitales de la región alteña en el siglo XVIII, se hizo famoso no solo por su riqueza sino también por ser uno de los sostenedores de la fuerza realista de la Villa de Tecpatitlán. En 1788, fue nombrado mayordomo de la Cofradía del Santísimo en Tecpatitlán, cargo directivo confiado a las personas de mayor capital, con capacidad y solvencia moral.
Contrajo matrimonio el 7 de mayo de 1783 con doña María Josefa de los Dolores Gómez Hurtado de Mendoza y Cornejo, procrearon 6 hijos: María Cesarea, María Dolores, María de Jesús, María Anastasia, María Rosalia y Agustín.
Su segundo matrimonio lo realizó con doña María Casillas, de la cuál no hubo descendencia.
Contrajo nupcias por tercera vez, con doña María Gregoria Gertrudis de la Encarnación de la Mora Hurtado de Mendoza y Gallegos, de este matrimonio nacieron: doña María Francisca, don Pedro y don José de la Merced.
Falleció don Antonio de Aceves y Casillas el 7 de enero de 1836 a la edad de 78 años. (Archivo parroquial de Tepatitlán, libro de entierros número 16, pagina 134).
Fundada en 1820, por un acaudalado criollo, llamado don Antonio Faustino de Aceves y Casillas, que desempeñaba el cargo de Comisario de Policía, del cuartel de ubicación de sus “Puestos”, que eran: el de la Tinaja, las Encinillas (actualmente Cuscusillo), el Cacalote, el Ahuacate y la Presa de Gómez.
¿Cuál fue el motivo que impulsó al fundador a levantar aquí un templo dedicado a la Virgen Morena del Tepeyac?.
El motivo fue en “Agradecimiento a un milagro de un voto o promesa por haber sido librado de un peligro en este lugar, al caer de su caballo quedando suspendido de un pie en el estribo de la montura, viéndose en el suelo y sabiendo que podía ser arrastrado, aclamó el auxilio de la Santísima Virgen de Guadalupe.
Es en esta época cuándo aparece la primera siembra de la semilla de las vocaciones sacerdotales, que encontró una sementera fecunda, gracias a las bendiciones que el Dueño de la mies a derramado por manos de la Santísima Virgen de Guadalupe a este pueblo.
Pintura al óleo, realizada por el pintor capillense Ignacio Navarro Navarro, representa la “Fundación de Capilla de Guadalupe”
Capilla de Guadalupe, desde su fundación ya tenía un sacerdote residiendo en la Primitiva Iglesia, administrando los Santos Sacramentos, diciendo la Santa Misa los domingos; y realizando su ministerio sacerdotal a favor de los fieles de las rancherías circunvecinas y del pueblo naciente.
Con orgullo se llama CAPILLA DE GUADALUPE, fue aquí en estos terrenos donde se construyó la CAPILLA en honor a la Santísima Virgen de GUADALUPE. Hecho destacado para la historia de nuestra patria chica, por que fue lo que dio el honroso nombre a nuestro pueblo
En 1823, se realizó la Dedicación de la Primitiva Iglesia, este templo era una Capilla de adobe techada con vigas de roble, de la cuál queda la primera Imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe fue colocada en 1827 y una imagen de Jesús Nazareno, que esta ubicado en el templo actual, en una de las Capillas laterales donde esta el Señor de los Afligidos, la cuál es muy venerada por los numerosos milagros que ha realizado.
Frente al templo estaba una arboleda que daba mucha sombra, donde colgaron provisionalmente las campanas. También amarraban los campesinos sus caballos, mientras asistían a la Santa Misa.
Primera Imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe que fue colocada en la Primitiva Iglesia. Pintura al óleo realizada por el pintor don Antonio Gómez, quién la terminó el 18 de octubre de 1827, mide 65 centímetros de largo por 47 centímetros de ancho.
En 1832, el 3 de octubre; el Primer Promotor Fiscal, Lic. Don José López Portillo despachó y aceptó el auto de la fundación, oficial y legalmente. Y el 18 de octubre de 1832, se erigió en Capellanía, a instancias de don Antonio de Aceves a cuyo fin el señor hipotecó el 25 de octubre de 1926, algunos terrenos en 7 mil pesos (Rancho las Encinillas, ahora Cuscusillo de 25 caballerías, las del Aguacate de 15, las del Cacalote de 6, y las de la Presa de Gómez de 3 caballerías), y que con su producto de 350 pesos anuales se sostengan un Capellán, que resida en la misma Capilla, con las cualidades y condiciones que ahí se expresan; según consta la escritura otorgada el 18 de octubre de 1832 ante el escribano don Froilán Castillo.
La obligación del Capellán era de residir en el poblado, administrar los Santos Sacramentos, celebrando misa los domingos y días festivos; y aplicar 25 misas en honor de la Virgen de Guadalupe, que debían terminar el 12 de septiembre de cada año.
En 1847 visitó Tepatitlán su Ilma. don Diego de Aranda y Carpinteiro;
Obispo de Guadalajara, revisando el título de la Capellanía. Se hizo un inventario y arrojo los siguientes datos: “ En Guadalupe, hay un cáliz con patena y cucharilla, un cupón, una custodia, una ampolleta, un relicario humado en oro, una patena, un incensario con naveta y cuchara, un platillo de comulgar y todo esto de plata. (Archivo parroquial de Tepatitlán, libro de gobierno número3).
El Primer Capellán, el Presbítero Casiano Aceves quién estuvo en esta capellanía de 1832 a 1843 (ya desde 1823 realizaba su ministerio sacerdotal en la Primitiva Iglesia), 20 años de fecundo ministerio sacerdotal, vividos en cotidiana entrega al servicio del pueblo naciente de Capilla de Guadalupe.
Sr. Cura de Tepatitlán en él ofició que dirigió al Supremo Gobierno Eclesiástico, el 16 del presente, se ha provisto un decreto del señor. “Visto el documento que se acompaña, se concede el permiso necesario para que el Sacerdote residente en Guadalupe de la feligresía de Tepatitlán, ejerza las funciones de vicario en los términos de la delegación que le haga el Sr. Cura, sin que esto se entienda que queda formal y pertinente erigida en vicaria. Los Señores Gobernantes de la Sagrada Mitra, lo declaran y firmaron.
Obispo Pedro Espinoza Dávalos.
Con fecha 11 de mayo de 1866 se le dio un oficio al Presbítero Manuel Gómez, Primer Vicario Provisional de Guadalupe, después de transcribir la comunicación anterior lo que sigue: “ Presbítero Manuel Gómez, puede usted hacer las presentaciones a las que recurran sus fieles, se le concede la facultad necesaria pero solamente para la demarcación de Capilla de Guadalupe. En tales presentaciones, amonestaciones, pláticas de diligencia y todo lo demás relacionado a los matrimonios, se sujetara a la instrucciones dadas por el Ilmo. Sr. Garza y que por disposición de la Sagrada Mitra de Guadalajara se ordeno quedar vigentes en lo que hoy es el Arzobispado.
Hecha la presentación ante usted, según tales instrucciones remitirá las informaciones correspondientes para archivaras en esta oficina. Terminada las diligencias y dispuestos los contrayentes con todo lo que Prescribe el Santo Concilio de Trente pasa el efecto de se le concedió a usted la facultad para que presida a su legitima el matrimonio.
Cuándo se trate de alguna dispensa por algunos impedimentos no siendo de segunda consanguinidad primero de afinidad, puede este proceder a solicitarla, practicando las correspondientes diligencias, en caso que no quisiera puede remitirlos a esta cabecera.
De ciertas delegaciones queda usted privado y si ningún beneficio, esos fieles que buscan pretextos a nada procederá, remitiéndolos a la cabecera.
Una Vicaría Fija o Cuasiparroquia, como se le llama ahora, hace las veces de una parroquia en determinado lugar, sobre todo para la administración de sacramentos; y además lleva su propio archivo de libros de bautismos, confirmaciones, presentaciones matrimoniales, matrimonios, libro de gobierno y libro de cuentas de la administración de las ofrendas que hacen los fieles.
Los bautismos, matrimonios y defunciones de la Vicaría Provisional de Capilla de Guadalupe, se registraban en la Parroquia de Tepatitlán, y al ser elevada a Vicaría Fija, comenzó a llevar su registro de actas.
El primer libro de bautismos de esta Vicaría Fija esta fechado el 2 de febrero de 1875, siendo Vicario Policarpo Macías Morales. La primera acta correspondió al bautismo de Juliana, nacida en los Sauces el 29 de enero de 1875, hija de Juan Alonso y de Severa Franco. Abuelos paternos: Juan Alonso y Martina Murillo. Abuelos maternos: Eutimio Franco y Tomasa Arteaga. Padrinos Bacilia Navarro.
El primer libro de defunciones de esta Vicaría Fija esta fechado el 6 de febrero de 1875, siendo Vicario Policarpo Macías Morales. La primera acta de defunción correspondió a Petra Vázquez, casada de 22 años, originaria y vecina del Durazno, hija legítima de Isaac Vázquez y de Trinidad, dejo privado a Plácido de León; murió de parto el 5 de febrero de 1875.
El primer libro de matrimonios de esta Vicaría Fija esta fechado en marzo de 1875, siendo Vicario Policarpo Macías Morales. El primer matrimonio correspondió a Tirzo Gonzalez y Leonarda López, el 6 de marzo de 1875.
El primero, Presbítero *José Manuel Antonio Gómez Casillas del 1 de abril de 1866 hasta el 4 de septiembre de 1869, día en que falleció. *Nació en el Terrero el 17 de junio de 1830, ordenado el 1 de abril de 1855.
El segundo, Presbítero *Policarpio Macías Morales de septiembre de 1869 hasta 1882. *Nació el 18 de febrero de 1816 en Teocaltiche, ordenado el 20 de julio de 1845 en Guadalajara, falleció el 20 de septiembre de 1892.
El tercero, Presbítero *Rafael Martín del Campo Flores, estuvo en dos periodos: de 1882 a 1890 y de 1897 a 1899. *Nació el 24 de abril de 1856 en Guadalajara, ordenado el 27 de abril de 1879 en Teocaltiche, falleció el 15 de febrero de 1921 en Guadalajara.
El cuarto, Presbítero *Marcelo Roque de 1890 a 1894. Nació el 16 de enero de 1858 en Tayahua Zacatecas, ordenado el 20 de noviembre de 1881 en Guadalajara, falleció el 30 de enero de 1938 en Chihúahua.
El quinto, Presbítero Hipólito Carmona de 1894 a 1895.
El sexto, Presbítero *Jesús M. Valadez de 1895 a 1896. *Nació el 10 de Julio de 1864 en San Francisco del Rincón Guanajuato, ordenado el 30 de noviembre de 1889 en Guadalajara, falleció el 8 de junio de 1922 en Los Angeles California.
El séptimo, Presbítero Juan Villalpando de 1896 a 1897.
El octavo, Presbítero Desiderio López de 1899 a1900.
El noveno, Presbítero Federico López de 1900 a 1909.
El décimo, Presbítero José María de la Mora González de 1909 a1910, en que esta Vicaría es erigida en Parroquia y es nombrado Primer Párroco.
Construcción del templo de Capilla de Guadalupe
El 8 de febrero de 1883, se inicia la construcción del templo dedicado a la Santísima Virgen de Guadalupe, en el mismo sitio que la Primitiva Iglesia, se terminó el 3 de febrero de 1896 y se colocó la Segunda Imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe en el Altar Mayor. Se bendijo el templo el 14 de febrero del mismo año.
La torre del lado sur se terminó de edificar el 31 de agosto de 1900.
Segunda Imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe, estuvo en el Templo del 3 de febrero de 1896 hasta el 10 de diciembre de 1992.
El 29 de mayo de 1910 se realiza la Erección de la Parroquia, reunidos en la Iglesia Parroquial a las 9 de la mañana, el Sr. Cura de Tepatitlán y Vicario Foráneo de las Parroquias de Acatic, San José de Gracia y Guadalupe, Presbítero Agapito Ramírez, quien fue comisionado por la Sagrada Mitra para cumplir la Erección Formal y determinativa de esta NUEVA PARROQUIA DE GUADALUPE, EL Señor Presbítero don Daniel R. Velazco, Cura de la Parroquia de Arandas, el Señor Presbítero José María de la Mora, Cura de esta Parroquia, que al efecto nombró el expresado Sr. Cura comisionado, se dio principio a la Santa Misa y acto continuo en el evangelio, se ocupo el púlpito el Sr. Cura Ramírez, anunciando a los fieles que en gran número se hallaban congregados, la formal erección del Curato de este lugar, LEYENDO EL AUTO RESPECTIVO DE ERECCION y dando a continuación una detallada explicación sobre la materia. Terminando la MISA que fue SOLEMNISIMA, se reunieron los mismos, en la Notaría Parroquial y asignaron los libros de dicha Parroquia de Guadalupe.
Por último se indicó al nuevo Sr. Cura, don José María de la Mora los libros que debían de llenarse para el registro parroquial, así como los respectivos libros de cuentas.
El primer Sr. Cura don José María de la Mora González, nació el 8 de enero de 1878, hijo legítimo de José María de la Mora y de Modesta González. Como seminarista se hizo famoso con la carta mayo 4, leyéndola por primera vez en las festividades del Seminario de Guadalajara, en mayo 4 de 1904. Ordenado el 7 de agosto de 1904 en Guadalajara. Llegó a Capilla de Guadalupe siendo el último Vicario en 1909 y nombrado Primer Párroco el 17 de marzo de 1910 y toma posesión de la Parroquia el 29 de mayo del mismo año. Falleció en Capilla de Guadalupe a causa de la terrible epidemia de la gripe española el 31 de octubre de 1918; a la edad de 40 años.
El segundo Sr. Cura don Teodoro García Armas, nació en Zapotlán del Rey, Jalisco, el 9 de enero de 1882, ordenado el 19 de diciembre de 1909, nombrado Segundo Párroco el 14 de diciembre de 1918, tomó posesión de la parroquia el 1 de enero de 1919 hasta el 17 de diciembre de 1922 en pasó a ocupar el Curato de Valle de Guadalupe, falleció en Guadalajara el 23 de enero de 1941.
El tercer Sr. Cura don José Inés Morales Vázquez, nació en Arandas el 21 de enero de 1880, hijo legítimo de Eligio Morales y Gumersinda Vázquez. Abuelos paternos: Rafael Morales y Dámasa Guzmán. Abuelos maternos: Manuel Vázquez y María Dolores Plascencia. Ordenado el 23 de julio de 1905, nombrado tercer Párroco el 7 de diciembre de 1922 y Canónigo Honorario de San Juan de los Lagos Jalisco, el 12 de marzo de 1952, falleció el 12 de agosto de 1957.
En Capilla de Guadalupe estuvo 43 años realizando su ministerio sacerdotal, 8 años como Vicario cooperador del 6 de agosto de 1910 al 12 de abril de 1918 y 35 años como Párroco; del 23 de diciembre de 1922 al 12 de agosto de 1957.
El cuarto Sr. Cura don Esteban Vera Muñoz, nació en San Juan Bautista del Teúl, Zacatecas, el 3 de septiembre de 1914, hijo de José María Vera y Mónica Muñoz Vázquez.
Ordenado el 20 de octubre de 1940 en Montezuma Nuevo México. Nombrado cuarto Párroco el 16 de agosto de 1957, tomó posesión de la Parroquia el miércoles 28 de agosto de 1957, hasta el jueves 23 de junio de 1977.
Falleció en Guadalajara el 24 de abril de 1990.
Segundo Párroco don Teodoro García Armas1 de enero de 1919 hasta el 17 de diciembre de 1922.
Tercer Párroco don José Inés Morales Vázquez, estuvo 43 años realizando su ministerio sacerdotal, 8 años como Vicario cooperador del 6 de agosto de 1910 al 12 de abril de 1918 y 35 años como Párroco; del 23 de diciembre de 1922 al 12 de agosto de 1957.
Quinto Párroco don Estevan Vera Muñoz, tomó posesión de la Parroquia el miércoles 28 de agosto de 1957, hasta el jueves 23 de junio de 1977.
El quinto Sr. Cura don Roberto Corona Corona, nació el 3 de agosto de 1930, en una comunidad rural llamada La Joya, que pertenece a la parroquia y municipio de Magdalena, Jalisco. Sus padres: Cirilo Corona y Ma. Nieves Corona. Ordenado el 22 de diciembre de 1956, nombrado quinto Párroco el 24 de Junio de 1977, llegó a Capilla de Guadalupe el 13 de julio de 1977 hasta el 20 de diciembre de 1997.
El sexto y actual Sr. Cura don Gerardo Díaz Vázquez, nació el 25 de mayo de 1966 en la Angostura, Municipio de San Miguel el Alto. Sus padres son: J. Socorro Díaz y Marta Vázquez. Ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1993, recibió la parroquia el 22 de diciembre de 1997.
El 12 de enero de 1912, se realizó el acontecimiento que más impacto a causado al pueblo: “la coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe y el juramento como su Celestial Patrona” mediante pompa muy singular, con el protocolo característico, entre llantos de emoción, cánticos, interminable repique de campanas y quema de pólvora. Los asistentes no cupieron en el templo y ocuparon la plaza, durante la ceremonia que duró 4 horas.
Un día anterior; es decir el día 11 de enero de 1912, salió una gran multitud a las orillas de la población a recibir a los sacerdotes que venían a honrar nuestra fiesta. La hermosa corona con que debían coronarse las sienes de la Santísima Virgen de Guadalupe, colocada sobre un cojín rojo en andas plateadas; fue llevada en hombros de 4 señoritas, que caminaban bajo el palio, adornado con guías de flores, procedidas por los niños de las escuelas que ostentaban banderolas de colores, yendo un grupo de mismos con trajes típicos nacionales o cándidas vestiduras y regando el suelo de flores. Escoltada la REGIA CORONA por niños vestidos de romanos, siguiendo detrás la orquesta, danzas populares, sacerdotes visitantes y una cabalgata de 300 jinetes en riguroso orden. Se hizo el desfile en medio de lluvia de flores y confeti hasta llegar a la casa cural, donde fueron hospedados los sacerdotes y depositada la rica corona; y así el 12 de enero de 1912 se estrenó una joya digna realmente de una reina, demostrando el interés y el buen gusto de nuestros antepasados por enriquecer el patrimonio del templo.
Esta corona es de plata dorada a fuego lento y tiene algunas piezas de oro macizo. En el interior tiene la siguiente dedicatoria: “Virgen Santa de Guadalupe. Dígnate recibir benignamente la humilde corona que te ofrecen tus hijos de esta parroquia, el día en que te juran su Celestial Patrona”. Guadalupe, enero 12 de 1912.
En los últimos días del mes de octubre de 1918, comenzó la gripe española; los que la vivieron comentan “que doloroso era ver como la muerte y la desesperación eran los compañeros inseparables de muchas personas, que sufrieron en carne propia la desaparición de parientes y amigos, cuántas víctimas diarias; entre niños, jóvenes, ancianos y familias completas.
Una de las cosas más tristes del Siglo XX, al quedar muchos hogares vacíos, pues apenas daban sepultura algún familiar, cuándo llegaban ya había más fallecidos. Las cajas no fueron suficientes, no quedo más remedio que envolver los cadáveres en petates y así llevarlos al Camposanto.
Había un señor que en su burro subía a los difuntos y se los llevaba a sepultar, alguien más en su carreta los recogía; eran pocos los que se animaban, pues las personas tenían miedo de contagiarse de esa epidemia. Los cuerpos eran depositados en el Panteón o Cementerio como se le conoce actualmente, que estaba ubicado en lo que se conoce como “La Puerta del Manquito”.
Lo que más entristeció a los capillenses fue la muerte de su Primer Párroco *José María de la Mora González, (quién falleció por la epidemia, además de un hermano Joaquín quien vivía con él) por perder a un gran guía espiritual y una persona que veló siempre por el beneficio de sus fieles y de su Parroquia
Dicha epidemia terminó en febrero de 1919, causando 220 muertes registrados, de una población de 2500 habitantes con todas las rancherías que le pertenecían, pero cuántas más no quedaron archivadas en el libro de defunciones.
*El Sr. Cura don José María de la Mora, el 31 de octubre de 1918 (día en que fallece), era muy amigo del Sr. Cura de Arandas a quién ese día había visitado a caballo, en su regreso por las rancherías que pasaba, daba auxilio divino y confesaba a quién la epidemia había atacado durante su recorrido; al llegar a su casa le comentó a su madre Modesta González, “Voy a recorrer la plaza principal con el Santísimo Sacramento para pedir por todos los moribundos de la epidemia; y en especial por mí; he sido contagiado por la gripe española…
Sus restos descansan en paz, en la puerta principal del templo parroquial.
El 30 de julio de 1926 a las 11 de la noche; en nuestro templo parroquial quedó clausurado el culto público.
Es cierto que la celebración de la Santa Misa prosiguió en casas particulares y las personas seguían comulgando los viernes primeros de cada mes. También en domicilios privados se prestaba atención a las necesidades espirituales más apremiantes de los fieles.
Durante la Revolución Cristera fue ahorcado el Sr. Cecilio Gómez en el rancho de la Tinaja por no decir donde se encontraba el Padre Cornejo.
El valor y el celo sacerdotal del Padre José Idelfonso Cornejo Gallo, fue muy notorio en esos años anormales y difíciles por los que atravesó la Parroquia pues no abandonó a sus fieles, sino el heroísmo ejemplar los atendió en sus necesidades espirituales, exponiendo su vida varias veces. Pasó por todos lo peligros, incomodidades y penurias dando siempre prueba de arrojo y valentía, en misiones especialmente arriesgadas y compartidas.
El Párroco don José Inés Morales se vio obligado a abandonar su Curato y refugiarse en Atotonilco el Alto Jalisco. Durante dos meses; posteriormente se dirigió a la ciudad de México donde permaneció desde el 9 de junio de 1927. Dos largos años y un mes se prolongó el destierro lejos, de sus hijos queridos y añorados feligreses. Separación obligada y dolorosa de su Parroquia que ciertamente contó con la debida autorización de sus superiores, como puede constatarse en el siguiente documento.
Al margen: 129/27 y un sello que dice: Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de Guadalajara. –Dentro- D.D. Francisco Orozco y Jiménez, por la gracia de Dios y de la Santa Sede, Arzobispado de Guadalajara.
A ti, amado hijo nuestro en Cristo, José Inés Morales, Presbítero domiciliario nuestro: Por las presentes letras te concedemos licencia para que te ausentes de nuestra Diócesis y puedas dirigirte a cualquier ciudad en razón de la presente situación. Atestiguando que eres un sacerdote de buenas costumbres y que al irte no eres sujeto de censura o impedimento Canónico a fin de que los Excelentísimos Ordinarios de los lugares a donde arribes, te permitan presidir la Santa Misa, oír en la confesión a hombres y mujeres y celebrar los demás oficios divinos.
Doy fe que será durante el tiempo que perdure el estado actual de la Iglesia.
Dado en Guadalajara el 4 de noviembre del año del Señor 1927.
En junio de 1929, la Iglesia y el Estado firmaron las pases y el 6 de julio reiniciaron los cultos, y se abrió la PARROQUIA AL CULTO PUBLICO el 1 de septiembre de 1929.
El 2 de octubre de 1929, se concede a los párrocos y demás sacerdotes enviar los datos que el Gobierno del Estado pide.
El 6 de octubre de 1929 el Sr. Cura don José Inés Morales fue inscrito en el registro municipal.
El 31 de octubre de 1931, por solicitud del diputado Arias, en el Estado de Jalisco se reduce un sacerdote por parroquia. Y el 22 de junio de 1932 dejaron de Oficiar el Presbítero don Juan Casillas Zaragoza y el Presbítero don Salvador Rodríguez Vélez.
Salvo conducto utilizado en la época de la Revolución Cristera
Ampliación del templo parroquial
No siendo suficiente el recinto del Templo Parroquia de este lugar para contener los fieles en los actos religiosos, se comenzó con el auxilio divino, en 1938 la ampliación de dicho templo; constando la nueva obra de cúpula, bóveda del altar mayor, dos cruceros, dos capillas laterales al altar mayor y una sacristía, guardándose del templo antiguo cuatro bóvedas y quitándose las pilastras defectuosas para poner nuevas.
Fotografía tomada en 1950, una vez terminada la ampliación del templo parroquial.
Interior del templo en 1912.
Interior del templo en 1912
Vista lateral del templo parroquial, fotografía tomada en 1943.
Epoca en que una de las torres tenía 3 cuerpos, año de 1966.
Respecto al gobierno, al comienzo de su fundación, mucho antes de ser Comisaría, el 1 de marzo de 1825, el Ayuntamiento de Tepatitlán, nombra Primer Comisionado para el cobro de propios o recaudador de los derechos de piso de plaza y degüello de reses y cerdos al Sr. Luis Navarro López de Heredia, yerno de Don Antonio de Aceves.
Don Luis Navarro López de Heredia, esposo de Doña María Cesárea, en 1816 militó en el Ejército de los Fieles Realistas que se formó en la Villa de Tepatitlán, con el grado de Capitán y estuvo en esos servicios hasta la Consumación de la Independencia, siempre estuvo al mando de la columna y sostuvo varios combates con los Insurgentes en varios puntos del municipio y fuera de él.
Don Ramón Navarro López de Heredia en el periodo de la guerra de Insurrección de nuestra Independencia Nacional, desde principios de 1816 al 14 de mayo de 1821, militó con el grado de Sargento en las filas del ejército de los Fieles Realistas que se formó en la Villa de Tepatitlán, para defensa de ésta Comprensión. El 14 de mayo de 1821 se le da el grado de Capitán, a las Ordenes del Capitán Realista Don Manuel Andrade.
Era el año de 1846 cuando José María Venegas y Nicolás Robledo, levantaron el primer censo de Capilla de Guadalupe este pueblo había 350 habitantes. Para el año de 1866 tenía 498 habitantes y 72 casas, algunas de ellas bien formadas con altos y portales. Había una plazuela rodeada de hermosos fresnos, para el comercio se contaba con varias tiendas y tendajones. Tenía una plaza de adobes para las funciones de toros. En ese mismo año San José de Gracia tenía 610 habitantes en 118 casas, La Purísima (antes Milpillas de Arriba y actualmente Capilla de Milpillas) con 561 habitantes y 125 casas y San José de Bazarte (hoy La Villa) tenía 505 habitantes.
La supresión de los subdirectores políticos, dio lugar al nacimiento de los Jueces de Paz, el 29 de agosto de 1855, y el Ayuntamiento de Tepatitlán establece un Juez de Paz en Capilla de Guadalupe como se le llamaba por las autoridades civiles y el señor J. Matías Navarro López de Heredia es nombrado Primer Juez de Paz.
El 25 de noviembre de 1861, a solicitud del C. Comisario Municipal J. Matías Navarro, ante el Ayuntamiento Constitucional de Tepatitlán, asesorado además por la Comisión de Escuelas Local, fue nombrado Primer Preceptor de Primeras Letras (es decir maestro de primaria), para la escuela de niños de este lugar el C. Tiburcio Navarro; este señor, ya desde antes, pagado por el vecindario de Capilla de Guadalupe, ya desempeñaba la tarea magisterial y podemos decir que fue el Primer Maestro del Pueblo.
El 24 de febrero de 1866, en esta Comisaría Municipal de Guadalupe, Distrito de Tepatitlán del Departamento Imperial de Aguascalientes, se recibió copia Circular del Segundo Imperio Mexicano, expedida el 7 del mismo febrero, por su Majestad el Emperador Fernando Maximiliano de Habsburgo, estableciendo el Registro Civil sobre nacimientos, matrimonios y defunciones. Fueron aprobados los libros respectivos el 1 de marzo de 1866 para Capilla de Guadalupe y el Primer encargado fue el Sr. Antonio Navarro de la Torre, quién fungía como Comisario Municipal del lugar.
En 1913 cuando funcionaba en el Estado el Congreso electo por el Partido Católico Nacional, el Sr. Cura de la Mora se tomó gran empeño en que esta Comisaría se Erigiera en Municipalidad, agregándole la mayor parte de las rancherías que se habían quitado. Los peticionarios exponían con razón, que la cabecera de la Comisaría está rodeada de numerosas y pobladas rancherías que distan mucho de la cabecera de sus respectivas municipalidades, y cuyos habitantes hacen su comercio en esta población, siendo muy activo los domingos; que no puede progresar como debiera por la poca atención que le dedica la cabecera Municipal y la poca cantidad que da para sus gastos, 7 pesos mensuales para un poblado de 2500 habitantes.
Plaza de armas de Capilla de Guadalupe a principios del Siglo XX.
En 1918 que atacó la gripe española a esta población se registraron 220 muertes, pero cuántos más fueron y que no quedaron archivadas, de una población de 2500 habitantes. Y uno de ellos fue el Primer Párroco Don José María de la Mora González quien murió el 31 de octubre de 1918.
El Señor de la Misericordia y El Señor de los Afligidos
Dos Imágenes de Cristo Crucificado, encontradas en la hermosa tierra colorada, al pie de las vertientes occidentales del Cerro Gordo, entre los espesos bosques de encinas, robles y palos colorados; en el mismo tiempo y muy cercas una de otra, las distanciaban unos potreros; una en El Rancho el Durazno y otra en el Rancho del Aguacate, talladas por el mismo escultor, bendecidas por el mismo sacerdote, lo único diferentes; sus destinos.
Después de 7 años de haber sido nombrada Capellanía y cercas de aquella Primitiva Iglesia que había sido construida a la sombra del imponente Cerro Gordo y que es escenario natural de nuestro paisaje, “por el año de 1839 un viernes 6 de septiembre, entre las nueve y diez de la mañana, en EL RANCHO EL DURAZNO DON PEDRO MEDINA, vio por mucho tiempo una luz en la barranca de las Varas, que está situada al sureste de dicho rancho. De pronto, juzgó sería el fuego de algún horno de carbón, pero observando que el resplandor se prolongaba mucho más de lo necesario para concluir una horneada de carbón, poseído de admiración, se encaminó al lugar donde había visto la luz y encontró allí una cruz bien delineada, en una encina, que tenía solo tres ramas que formaban la cruz, y una pequeña, como de retoño, pendiente de una de las grandes.
Cuándo don Pedro Medina vio el árbol y contempló en él aquella cruz tan perfecta, sintió en su alma emociones profundas, cruzando por su mente un vivo rayo de luz que le dio a conocer intuitivamente, aunque de modo vago y general, lo que aquel madero había de ser más tarde.
Vivamente impresionado, volvió a su casa y contó a su esposa lo que acababa de ver en el lugar, donde tiempo antes había aparecido la misteriosa luz y lo mismo hizo con su vecino Jerónimo Gómez. A quien invitó para que le ayudara a cortar el árbol, quitarle el sobrante y traer la cruz a su casa, para lo cuál pidió prestado una yunta de bueyes, que él no tenía por ser demasiado pobre.
Como aquel buen hombre, con la luz superior, contemplaba en su alma la Imagen de Jesús Crucificado, cual si estuviera ya concluida, se cuenta que al invitar a su vecino le dijo: “Vamos para que me ayudes a traer a mi Padre”, lo que el otro llevó a risa contestándole: “Luego ¿tú tienes por Padre a un palo?” No obstante, fue siempre a acompañarlo, más no pudo llegar hasta la barranca, porque en el camino se enfermó de un dolor en el vientre, que le impidió seguir adelante.
Pedro prosiguió solo el camino hasta el Cerro –que quizás no distaba ya mucho -, cortó del árbol un trozo de corteza, que le dio a comer al compañero, con lo que éste recobró al punto su salud y así pudieron ambos continuar la marcha hasta llegar a la barranca.
Llegados al sitio donde estaba plantado el árbol, el compañero cortó este pues no consintió lo hiciera don Pedro -, le quitaron todo lo inútil, hasta dejar casi nomás la cruz, la que unieron a la yunta de bueyes para conducirla a la habitación de don Pedro Medina. Una circunstancia les llamó la atención entonces y fue que, al llevarlo intentaron hacerlo poniendo el rostro del Crucifijo –que se daba a conocer, al igual que la espalda- hacia abajo; más así no pudieron arrastrarlo los bueyes hasta que lo colocaron con el rostro hacia arriba y de esta manera consiguieron bajar la barranca y llevarlo a casa, a donde llegaron más tarde. Esto se verificó durante el temporal de aguas (septiembre) y al llegar a la casa, venía una fuerte tempestad.
Los vecinos del rancho, que ya tenían noticias de que iban a traer del Cerro Gordo un Crucifijo, se juntaron en casa de don Pedro Medina para verlo y admirarlo. Habiendo tratado de meterlo a la casa, para resguardarlo del agua que estaba por caer, primero dos hombres, los cuales no pudieron con él; después se juntaron otros hasta como cinco, o seis, e igualmente, no les fue posible introducirlo, por lo que desistieron del intento, dejándolo afuera recargado a una cerca en donde pasó toda la noche, bien mojado por la tempestad que sobrevino.
Al día siguiente, por la mañana, con la fe de quién veía en aquel madero la figura de su Salvador muerto en la cruz, don Pedro Medina dijo al Crucifijo: “Padre mío, si es tu voluntad permíteme que pueda meterte en mi casa, para que no pases aquí la noche”. Lleno de confianza, lo tomó él solo sobre sus hombros y lo introdujo a la casa, lo que puso en admiración a los vecinos, cuando se dieron cuenta de que él solo lo había metido.
Estando ya dentro de la habitación, don Pedro Medina comenzó a rogar al “Crucifijo” que le deparara un escultor tal, que lo dejara tan devoto y perfecto, como fuese su voluntad, a fin de que pudiera ser digno objeto de la veneración de todos; y a sí fue que tiempo después –sin que se sepa cuándo- llegó al rancho –del Durazno- un hombre buscando imágenes de talla para retocar u ofreciendo hacerlas nuevas. Al verlo don Pedro Medina sintió interiormente que aquel era el escultor que el Señor le enviaba para que perfeccionara el Crucifijo, por lo que hizo luego entrega de él.
No tuvo mucho que hacer el escultor. Porque todos los trazos del Crucifijo estaban claros y determinados, que se distinguía hasta la figura de los pies, de las manos, de las articulaciones, etc., sin que tenga añadido de otra madera nada absolutamente, sino es la cruz en que está enclavada la Santa Efigie y los ojos”. Estos datos fueron tomados del libro del PRESBITERO AGUSTIN RAMIREZ, titulado “ Apuntes Históricos sobre el Señor de la Misericordia y su Culto”.
Pocos días después de lo acontecido a don Pedro Medina, DON GUILLERMO VALENZUELA al salir de su casa, en el RANCHO DEL AGUACATE y recorrer algunos potreros en una arboleda situada al empezar la falda poniente del Cerro Gordo, encontró en un árbol palo colorado, que una de sus ramas tenía la forma de una CRUZ y sus brazos derecho e izquierdo un poco levantados hacia arriba y comprendió que de ella podría un señor de oficio escultor construirle una IMAGEN DE CRISTO EN LA CRUZ, él ayudado de otros tres señores vecinos y amigos cortaron ésta de dicho árbol y la trasladaron a su casa.
Días después don Guillermo Valenzuela se dio cuenta de que en la casa de don Pedro Medina en el Rancho del Durazno colindante con el de su domicilio (el Rancho del Aguacate), había un escultor construyéndole una Imagen de un Cristo en la Cruz de un trozo de madera en forma de cruz que había cortado de un árbol de la barranca de las Varas del mismo Cerro Gordo, don Guillermo Valenzuela va con dicho escultor y le propone le construya a él otra Imagen de un trozo de madera en forma de cruz que tiene en su casa; tratan y le entrega ésta, Acabada la obra, de las DOS IMÁGENES el escultor entrega a sus respectivos dueños, (en un escrito de don Pedro Medina dice lo siguiente: “Apuntes de lo que he gastado y voy gastando en el trabajo del crucifijo; por primera vez 40 pesos, más 20 pesos de la mantención del escultor y su compañero”) y sin que pudieran saber su nombre, ni de dónde era, ni el lugar a donde se encaminó. Guillermo Valenzuela traslada a su casa dicha Imagen.
Pasados unos días de haber sido hechas dichas Imágenes, y antes de que se les empezara a tributar el culto que merecían los Crucifijos, era necesario que fueran bendecidos y de común acuerdo los expresados señores DON PEDRO MEDINA Y DON GUILLERMO VALENZUELA un 24 de OCTUBRE de 1840, acompañados de numerosas personas, entre el estruendo de cohetes son llevados a la Parroquia de la Villa de Tepatitlán las Imágenes a fin de que un sacerdote las bendiga; las ponen en la misma mesa y el sacerdote don Eufimio Cervantes que era muy amigo de los señores Leal, es quien bendijo las Imágenes y en el acto a la Imagen correspondiente DON GUILLERMO VALENZUELA le dan el nombre de SEÑOR DE LOS AFLIGIDOS y a la Imagen de DON PEDRO MEDINA le nombran SEÑOR DE LA MISERICORDIA, la solemne bendición se efectuó con acompañamiento de señores padrinos para cada una de dichas Imágenes, Pantaleón Leal fue el Padrino del Señor de la Misericordia, además estuvieron presentes personas de los Ranchos del Aguacate y de El Durazno y muchas más de la Villa de Tepatitlán.
Después de algunos días de la bendición son regresadas las Imágenes; El Señor de los Afligidos al Rancho del Aguacate y el Señor de la Misericordia al Rancho El Durazno, en su llevada fueron acompañados por muchas personas rezando, cantando alabanzas, tirando cohetes y con música de viento.
Don Pedro Medina y don Guillermo Valenzuela eran el tipo perfecto de nuestros buenos rancheros de Los Altos: pobres, honrados, laboriosos, sencillos, piadosos, generosos, sin que les falte el gran valor y ánimo cuando sea necesario.
Una vez más, vemos aquí confirmada la admirable conducta de la Divina Providencia, de escoger los instrumentos débiles y flacos, para realizar sus más grandes designios.
El Señor de la Misericordia y su destino
Después de la bendición del Crucifijo y de estar unos días en la casa de don Pantaleón Leal y conducción del mismo al rancho del Durazno, permaneció allí por espacio de algunos meses, recibiendo el culto ferviente de la familia de don Pedro Medina y de los devotos del mismo rancho y lugares vecinos que iban a visitarlo, atraídos por la fama de devoción que se inspiraba la Sagrada Efigie, y de las gracias que por su invocación comenzaron a obtenerse.
Un día visitando don Pantaleón Leal a su compadre don Pedro Medina, le suplico que le concediera el favor de traer una vez una vez más al santo Crucifijo, para hacerle una Capilla en donde pudiera recibir mayor culto y veneración de parte de los fieles de esta región. Don Pedro benévolo y complacido recibió la proposición de su compadre, sin oponerle más dificultad que la de ser demasiado pobre y no sería posible establecerse con su familia en este lugar; más don Pantaleón le ofreció generosamente una amplia protección, con la que podría vivir aquí con toda comodidad, sin solicitud y afán de lo que para su subsistencia fuera necesario.
La solicitud que don Pantaleon Leal presentó al Ilmo. Sr. Aranda, para conseguir la licencia de edificar la Capilla al Señor de la Misericordia, está fechada el 21 de noviembre de 1841, ya siendo Párroco de Tepatitlán don José Eufrasio Carrillo, pues llegó a Tepatittlán el 24 de febrero de 1841, en sustitución del Sr. Cura Francisco de Meza. Obtenida la licencia del Señor Aranda para edificar la Capilla el 17 de febrero de 1842.
El Padre José Julián Navarro Gutiérrez ayudó al párroco interino don Tomás de la Mora, a preparar todo lo necesario para la dedicación del Santuario y la entronización en él de la Sagrada Imagen, tomando como parte muy principal en la grandiosa festividad que se celebró con ese fin el 30 de abril de 1852.
El Padre José María González Gómez fue el segundo capellán del Santuario del Señor de la Misericordia.
El Sr. Cura Praxedis Vázquez Barajas, fue el tercero que ejerció el oficio de Capellán del Santuario.
El Señor de los Afligidos y su destino
La Imagen del Señor de los Afligidos fue colocada en una humilde pieza de la casa de don Guillermo Valenzuela comenzando desde luego el culto por el vecindario; el Sr. Valenzuela desde el Primer Aniversario de la bendición de esta Imagen (él 24 de octubre de cada año) dio principio a celebrarle al SEÑOR DE LOS AFLIGIDOS un novenario sencillo pero con mucho regocijo y sin faltar la misa oficiada por el Presbítero Vicario de Capilla de Guadalupe.
Don Guillermo Valenzuela ordenó que al morir él, la Imagen no fuera inventariada, que se realizara un sorteo entre sus descendientes y así sucesivamente se siguiera haciendo con la Imagen. Y así fue pocos días después de su fallecimiento se rifó entre sus hijos Nicolás y Quirina Valenzuela tocando la suerte a Nicolás; pero este señor fue conforme en que la Imagen continuara colocada en la casa de Quirina su hermana, en la que desde un principio fue colocada ahí; por haber sido la casa de su padre y le correspondió por herencia a ella.
Siendo del conocimiento del Señor Vicario de Capilla de Guadalupe de la fe y el culto de que era objeto la Imagen del Señor de los Afligidos y de los milagros que concedía a las personas que imploraban su auxilio divino, el Señor Presbítero Rafael Martín del Campo (estuvo en Capilla de Guadalupe de 1882 a 1890 y de 1897 a 1899), solicitó a los Señores Valenzuela ser trasladada la Venerable Imagen del Señor de los Afligidos al templo de Capilla de Guadalupe; no logrando esto les propuso que le construyeran una Capillita en el Aguacate, reformó un poco lo que tenían; pero siempre quedo con techo de zacate y fue bendecida por el Señor Vicario de Capilla de Guadalupe Marcelo Roque Aguilar (estuvo en Capilla de Guadalupe de 1890 a 1894), quién también hizo el intento de trasladar la Imagen al Templo de su Vicaría. Poco después de esto, el Sr. Miguel Franco Castellanos ofreció hacerle una Capilla en uno de los ranchos de su propiedad, en el de Las Trojes y frente al Camino Real que por ese lugar pasaba, no llegando a un acuerdo no se logró.
Pasó algún tiempo y siendo Vicario de Capilla de Guadalupe el Señor Presbítero Federico M. López (estuvo de 1900 hasta el 8 de junio de 1909 y pasa hacer Párroco de Atemajac), continuó gestionando llevarse la Imagen del Señor de los Afligidos al templo, exponiendo que estaba mejor dentro de la Casa de Dios y que en ese lugar se le tributaría mayor Culto y Veneración; ya había fallecido el Señor Nicolás Valenzuela, viviendo su esposa la Sra. Lorenza Medina y de común acuerdo con sus hijos Margarito, José, J. Salomé y Pedro Valenzuela Medina; aceptan trasladar la Imagen del Señor de los Afligidos pero después de su fallecimiento.
En 1908 falleció la Sra. Lorenza Medina de Valenzuela y a fines de octubre o principios de noviembre de dicho año, el Señor Presbítero Federico M. López acompañado de muchos vecinos del lugar y de los Ranchos Las Trojes, Maravillas, Los Sauces, San Antonio, Santa Rosalía y el Cinco entre otros; en medio de una gran Romería trasladaron al SEÑOR DE LOS AFLIGIDOS con rezos, cánticos, alabanzas, acompañamiento de la orquesta del lugar, con cohetes y un gran repique al llegar al Pueblo; (la Sra. Timotea Vázquez Valenzuela, sus hijos y una hermana de ella, no quisieron ver que sacaran la Imagen del Señor de los Afligidos y se subieron al Cerro Gordo, únicamente su esposo J. Cruz Vázquez, estuvo presente a fin de hacer entrega de Ella, lo mismo que los señores Margarito, José, J. Salomé y Pedro Valenzuela Medina; al llegar con la referida Imagen al templo fue colocada en el bautisterio del mismo, y se celebraba su fiesta titular el último domingo de octubre de cada año, día en que es a la vez la festividad de Cristo Rey.
Los datos del Señor de los Afligidos cuya descripción he redactado lo atestiguan las siguientes personas, entrevistadas por Silviano Gutiérrez en el año indicado.
– Timotea Vázquez Valenzuela, (nació 1871) originaria del Rancho el Aguacate, hija de Darío Vázquez y de Quirina Valenzuela y esposa de José Cruz Vázquez, nieta de DON GUILLERMO VALENZUELA.
– Patricio López Casillas de 93 años, originario del Rancho los Sauces, hijo de Antonio López y Nicolasa Casillas quien fue entrevistado el 16 de mayo de 1932.
-Pedro Franco Casillas de 87 años, originario del Rancho de Santa Rosalía fue entrevistado el 25 de junio de 1938.
– José María Mendoza Vázquez de 60 años de edad, originario del rancho Los Sauces, hijo de Marcelino Mendoza y Cornelia Vázquez fue entrevistado el 28 de junio de 1938.
SEÑOR DE LOS AFLIGIDOS
Escudo de Capilla de Guadalupe.
Significado
Virgen de Guadalupe: Patrona del Lugar.
Templo: Dedicado a la Virgen Morena del Tepeyac.
Escudo de Jalisco: Estado al que pertenece esta población.
Cerro Gordo: Ya que fue fundado en sus faldas.
Escudo de los franciscanos: Quienes evangelizaron esta región.
Los colores rojo y amarillo utilizados en la bandera de España, que simboliza que esta población fue fundada por descendientes de españoles.
La estrella central representa al fundador, las 7 estrellas del lado izquierdo a su primera esposa y sus 6 hijos y las 4 del lado derecho a su tercera esposa y sus 3 hijos con quien fundó, Capilla de Guadalupe.
“ADHAEREAT LINGUA FAUCIBUS MEIS SINON MEMINERO”
Inscripción tomada del salmo 136-6, sentencia a los que olvidan su tierra natal, que significa:
“QUE LA LENGUA SE ME PEGUE AL
PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI”
Preparatoria Capilla de Guadalupe, fundada en 1993 por el Dr. Mario Humberto Martín Navarro, quien desempeña el cargo de director desde esa fecha hasta la actualidad.
Para mayor información sobre datos históricos de Capilla de Guadalupe, he publicado dos libros titulados: “Historia de Capilla de Guadalupe” y “Capilla de Guadalupe Cuna de Vocaciones Sacerdotales”.
Estoy preparando el tercer tomo titulado: “Abuelos Capillenses de 1875 a 1910”.
O bien puedes mandar tu mensaje con lo que quieras conocer y a la brevedad posible se te contestara. mario@losaltos.com.mx
Dr. Mario Humberto Martín Navarro, su esposa Bertha Alicia Lozano Castellanos y sus hijos: Mario Humberto, Bertha Alicia y el bebe Juan Francisco Marín Lozano.