EL SONIDO DEL SILENCIO
POR JUAN RAMÓN ÁLVAREZ
Los Ángeles 21 de agosto, día de San Ramón Nonato. Allá por 1972 escuché por primera vez la canción “El sonido del silencio.” (The Sounds of Silence). La canción la escribió Paul Simon y fue interpretada a dúo por el mismo Simon y su compañero Art Garfunkel.
En ese año este servidor no entendía inglés así que solo disfruté de la música que me parecía una melodía hermosa. Años después la pude comprender y el significado me llegó y me llega, muy profundo.
La pieza, si mi traducción fuera válida, dice en una de sus estrofas “En cansados sueños caminé solitario por calles empedradas bajo el halo de un foco en un poste. Voltee mi cuello hacia lo frio y húmedo, al tiempo que mis ojos recibían la puñalada de una luz de neón. Ésta, dividía la noche mientras tocaba el sonido del silencio.”
Como pueden ver, la composición, es bastante poética.
En aquellos años, a principios de le década de 1970, este servidor ni siquiera soñaba con estudiar ni mucho menos comprender las filosofías orientales que tanto hablan del beneficio del silencio. Pero el tiempo pasó y varias primaveras adelante, leí y releí sobre el zen budismo además que lo practiqué en un templo de la misma dedicación sobre todo para una de mis materias en filosofía de la religión.
Mi reciente visita a mi Mezcala donde la mayoría de sus calles todavía lucen empedradas además de un conflicto personal que me sucedió en esos días y en esa latitudes de Jalisco, me forzó (pero apenas ésta madrugada) en cierta forma a recordar la pieza de música mencionada.
Ahí acostado sobre mi cama y en el silencio de la madrugada todas las palabras de la composición, dieron varias vueltas en mi mente cual si fueran un carrusel de caballitos precisamente de la fiesta de Mezcala.
Luego la melodía de alguna forma me llevó a recordar un letrero que estaba a la entrada del templo budista en Long Beach California donde yo iba a meditar. Éste decía (en inglés) “en el silencio, el pasto crece, las penas se disuelven mientras el cuerpo y el alma sanan.”
Le di gracias a Dios por el bendito sueño que conectó la creación de Paul Simon con mi persona y que además de igual forma recordé el letrero en el templo zen budista. Es decir, mis gracias hacia Dios expresaron “bendito silencio,” mejor dicho “bendito sonido del silencio.”